Luis
Fernando Sánchez
Consultor en Desarrollo Organizacional
Coach Ejecutivo y de Equipos
Presidente de HUELLA – Desarrollo Organizacional
Durante
muchos años he trabajado ayudando a las empresas a gestionar la motivación de
sus empleados. El enfoque típico ha
sido ofrecer diferentes enfoques para que los gerentes y supervisores motiven a
su gente. Estas herramientas han ido desde
el establecimiento de metas, pasando por diferentes enfoques para el
reforzamiento de conducta, hasta el desencadenamiento de la motivación
intrínseca. Estos programas han sido
realmente exitosos; sin embargo, ha habido un elemento poderoso que faltaba:
lograr que los individuos manejen su propia motivación.
En los
últimos tiempos, a raíz de un proceso de crecimiento personal, me he encontrado
con la importancia de la responsabilidad personal de todo individuo para
gestionar su propia motivación. En
consecuencia, he estado modificando el
paradigma de motivación que ofrezco a las empresas, para incorporar el elemento
de responsabilidad personal en el tema de la motivación. He encontrado resultados sorprendentes,
especialmente en individuos considerados como mediocres, o por los que nadie
hubiera apostado nada.
El
descubrimiento de la propia motivación puede cambiar radicalmente la
experiencia laboral (y de vida en
general) de una persona, especialmente cuando, como parte del proceso, esta
persona descubre un propósito para su vida.
Cuando hablo
de motivación, me refiero a la
intensidad, dirección y persistencia del esfuerzo de un individuo por conseguir
una meta o emprender una dirección en su vida. La motivación se refiere a energía
enfocada; hay que tener cuidado de no confundir este concepto con
“satisfacción”, que es una variable correlacionada, pero con implicaciones
diferentes.
Con base en
lo anterior, construí un modelo para mejorar la auto-motivación. Cualquier elemento que se trabaje tendrá un
impacto en la energía motivacional; sin embargo, cuando se trabajan varios, los
resultados serán mucho mejores.
Este es el
modelo:
Estos son
los elementos por trabajar:
1.
Propósito
El
propósito es la razón de ser para la vida de una persona; es su “para qué”, el sentido de su
existencia. Descubrir el propósito
requiere conectarse con la espiritualidad, con los valores, con la
vocación. El propósito suele estar
asociado a alguna forma de servicio para los otros o para la sociedad.
De
alguna forma, el propósito siempre ha estado ahí, y el trabajo consiste en
descubrirlo para poderlo llevar a cabo.
Al hacerlo, se desencadenará una gran energía, y se entenderá por qué
ciertas actividades y proyectos se han caracterizado por la pasión que generan
en el individuo.
La
claridad en el propósito alinea las diferentes áreas de la vida, reorganiza las
prioridades, enfoca los esfuerzos y genera una gran paz en la toma de
decisiones de carrera.
La
cultura occidental, con sus valores, dificulta el descubrimiento del
propósito. Por ello, es importante
orientar a la gente para que pueda encontrar esta dirección esencial para su
vida.
2.
Visión personal
La
visión personal es el sueño que una persona quiere y podría alcanzar. Crear una visión canaliza la energía para
ponerle rumbo al futuro y orientar los esfuerzos y las metas del corto
plazo. Inicialmente puede parecer
utópico, pero la experiencia muestra que al ser creada y trabajada, da rumbo a
los proyectos personales hacia su consecución. Quienes trabajan seriamente su
visión, y la revisitan periódicamente
utilizando la “tensión creativa”, suelen
alcanzarla mucho antes de lo que inicialmente esperaban.
El
trabajo en esta área consiste inicialmente en visualizar el futuro deseado para
la propia vida, sin que medie “el qué dirán”.
La visión incluye las diferentes áreas de la vida: profesión, relación
de pareja, familia, espiritualidad, salud y cuerpo, vida social y comunitaria,
finanzas, y residencia, entre otras. Una
vez concebida, el trabajo consiste en mantenerla viva como reto permanente
hacia el futuro deseado.
La
visión personal es particularmente poderosa cuando está asociada a un
propósito.
3.
Actitud
La
actitud es una predisposición hacia algo o hacia alguien. Puede ser positiva, neutra o negativa. Todas las personas tienen diferentes
actitudes hacia sí mismas, sus tareas, sus actividades cotidianas, sus
compañeros de trabajo y de vida, y su proyecto de vida. Suelen manejarse en un nivel inconsciente,
por lo que para poderlas trabajar, es importante traerlas a la consciencia.
El
manejo de la actitud está asociado al fortalecimiento de la inteligencia
emocional. Requiere de un acto volitivo
para “escoger” y mantener la actitud que se quiere tener. La toma de consciencia sobre las actitudes
es vital en la capacidad de motivarse.
Al final, la persona entiende que no siempre puede controlar lo que pasa
fuera de ella, pero siempre puede controlar lo que ocurre en su interior.
Una
actitud positiva genera energía creativa, por lo que el trabajo en esta área
consiste en traer a la consciencia la actitud que se necesita en determinado
momento, producirla y mantenerla.
4.
Puesto motivador
Lo
ideal es que las tareas que una persona ejecuta en su puesto estén de alguna
forma ligadas a su propósito, y que su trabajo le ayude a avanzar hacia su
visión personal. Si esto fuera cierto,
casi todos los puestos motivarían a quienes los ocupen. La realidad es que esto no siempre es
así. Sin embargo, todo trabajador puede
influir en el diseño de su puesto, buscando participar en actividades y agregar
tareas que estén más acordes con sus intereses personales (su propósito y su
visión).
A
esto hay que agregar que muchos puestos, por diseño, no ayudan a generar
motivación en quienes los ocupan. De
acuerdo con el “Modelo de características del trabajo” de Hackman y Oldham, un
puesto será intrínsecamente motivador cuando quien lo ocupa tenga una
experiencia positiva sobre el significado de su trabajo, la responsabilidad por
los resultados que genera, e información
sobre los resultados reales proveniente del propio trabajo. Esto genera cinco dimensiones críticas por
trabajar: la variedad de habilidades que se utilizan en el trabajo, la
identidad de la tarea (es decir, que la tarea sea completa, no solo una parte
de ella), la importancia de la tarea, la autonomía en el trabajo, y la
retroalimentación recibida por el trabajo mismo.
El
trabajo en esta área consiste en influir el diseño del puesto por parte del
trabajador, buscando una mejor asociación con su propósito y su visión, e
incorporando elementos que hagan que su trabajo genere motivación por la forma
en que está diseñado.
5.
Energía positiva
La
motivación, como energía, se alimenta de las fuentes de donde se toma. Por esto, el diálogo interno y las
influencias del entorno pueden sumar o restar vigor a la motivación. El diálogo
interno puede controlarse a través de la meditación, del uso de afirmaciones, y
de trabajar la resiliencia. Al igual que
en la actitud, en la construcción de energía positiva hay un trabajo de
inteligencia emocional y de escogencia que puede tener un gran impacto en la
energía que cada persona genera. Cultivar
actitudes y pensamientos positivos, y visualizar el futuro con optimismo son
algunas de las prácticas que generan el tipo de energía deseada.
Las
influencias del entorno son variadas y pueden afectar los niveles de energía: alimentación,
estilo de vida (ejercicio, horas de sueño, cambios en la rutina, etcétera), relaciones
familiares, relaciones y redes sociales, programas de televisión, y lecturas,
entre otras. El trabajo en este campo consiste en escoger
las fuentes de energía que tengan un impacto positivo en el ánimo, en la
actitud, y en la vida en general.
6.
Auto-concepto
El
auto-concepto incluye todas las creencias que una persona tiene de sí misma,
que son importantes para ella, y que son relativamente constantes a través de las
etapas de la vida. Se desarrolla y
cambia con el tiempo, pero lo hace lentamente y en forma selectiva. Se fundamenta en experiencias pasadas, en
mandatos de la infancia, y en el significado que la persona dé a esas
experiencias. Una vez que una
auto-percepción se establece como parte del auto-concepto, afectará la forma en
que la persona experimenta situaciones futuras.
Desde
la motivación, interesa especialmente explorar las creencias limitantes. Estas creencias incluyen todos los “no puedo”,
“no debo”, y las etiquetas negativas que una persona asume como propias. Son una percepción de la realidad que nos
impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos
dan ilusión. No son ciertas, pero las hemos adaptado casi siempre
inconscientemente, por lo que valen para nosotros como normas verdaderas. Las incorporamos a través de la vida, sobre
todo en nuestra niñez, mediante experiencias, opiniones o juicios sobre
nosotros.
El
trabajo en esta área incluye descubrir las creencias limitantes, sustituirlas
por nuevas creencias, reforzar la auto-estima, y cultivar un concepto de persona
exitosa y plena.
Hemos
desarrollado diferentes recursos en entrenamiento, coaching, y programación
neurolingüística para trabajar la auto-motivación. Estas herramientas han sido probadas en
diferentes industrias de diferentes países. Si quisiera más información sobre este
programa u otros programas que ofrece nuestra empresa, lo invitamos a
contactarnos o a visitar nuestra página en Internet, www.huellado.com.